La gasolina magna o regular, ya cuesta arriba de los 20 pesos en algunas gasolineras del valle de México, y va desde los 19.95 hasta los 20.19 pesos por litro.

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¿A qué se debe esto? El aumento en el precio de los combustibles se encuentra ligado al costo de la materia prima para hacer el combustible (petróleo crudo), y sus precios globales.

Desde que en el 2017 la Comisión Reguladora de Energía (CRE), liberó los precios a costo de mercado como una medida emergente para no disminuir el presupuesto designado a programas sociales, su aumento ha sido vertiginoso y no ha parado.

En aquel año (2017) Enrique Peña Nieto, actual presidente mexicano, asumió la responsabilidad y argumentó que el 30 por ciento de los consumidores, eran personas con altos recursos y que por lo tanto los mayores consumidores de gasolina en el país (80%), por tal motivo la medida resultaría en una disminución del hidrocarburo, cosa que no sucedió.

Hace unos días el Secretario de Economía Idelfonso Guajardo, defendió la actual política económica y señalo de forma absurda que “Los pobres no comen gasolina”, declaración poco reflexiva y mucho menos inteligente, pues se olvida que aunque es cierto que los humanos no comemos hidrocarburos, sí consumimos todo aquello que se moviliza y desplaza en transporte, ya sean alimento o artículos necesarios para nuestras vidas y por ende no afecta su precio.

Ahora con el nuevo gobierno entrante, la promesa es la reducción del precio e incluso congelarlo, que según palabras del nuevo presidente electo, se moverá sólo de acuerdo a la inflación y no con los precios del petróleo, ya que paulatinamente se irá reduciendo la cantidad de venta al extranjero, para terminar con únicamente el autoconsumo.

¿Será? Mientras tanto a pagar, se ha dicho, pues hay que salir a trabajar.

Texto: Ray Espinosa