Las Naciones Unidas, junto con Nissan, buscan estar mejor preparados para situaciones de crisis alrededor del mundo. En el marco de la conferencia mundial de Reducción de Riesgo en Situaciones de Desastre, el mundo entero busca diseñar mejores estrategias para la respuesta que se tiene ante esos eventos inevitables.

Japón conmemoró este mes el cuarto aniversario del día en el que un tsunami azotó la región de Tohoku, y Nissan recuenta la importancia que tuvieron dos vehículos eléctricos Leaf de la marca nipona en la respuesta y trabajos de asistencia que vinieron después de la tragedia.

El 11 de marzo de 2011, un terremoto de nueve puntos en la escala de Richter desató un tsunami en el área noroeste de Japón, que llegó a tener una altura de diez metros y se adentró 10 kilómetros en tierra firme. Se sufrieron enormes daños materiales, pero a pesar de esto la electricidad se reestableció de manera rápida, mientras que las refinerías y las tuberías de transporte de combustible quedaron severamente dañadas. 

Así, dos Nissan Leaf fueron utilizados por la clínica Sendai Oshin, con propósito de desplazar médicos a las áreas que requerían de su atención, tratando entre 20 y 30 pacientes al día, de los cuales la mayoría tenían cáncer. En los vehículos, se transportó equipo para inhalación de oxígeno para personas con problemas respiratorios. La autonomía de los vehículos, que está por los 160 kilómetros, sirvió para poder llegar y regresar de las zonas de desastre y proveer ayuda sin mayor problema.

Estos dos vehículos fueron los primeros de 65 Nissan Leaf, que fueron prestados para solventar la crisis que se vivía en Japón. Incluso, a pesar de que la energía eléctrica se reestableció en tan sólo tres días para el 80 porciento de las áreas afectadas, la batería de los Leaf pudo haber sido usada para las necesidades eléctricas básicas durante ese periodo de oscuridad.

En situaciones así, se resalta la importancia que pueden tener los vehículos eléctricos, mucho más allá de su aportación al medio ambiente.