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Autos y rock and roll (A rockstar life)

Sin duda la vida de los cantantes de rock, convertidos en super estrellas, tiene un lado muy placentero, que les permite disfrutar de muchas cosas buenas en la vida, que, en otras circunstancias, no podrían tener. Uno de estos privilegios es que con el dinero que ganan pueden comprarse casi todo lo que se les antoje. Algunos gastan su dinero en ropa, viajes, mansiones, otros lo donan, pero casi todos se compran autos de lujo, deportivos o excéntricos.

Una de las figuras más icónicas y extremadamente originales fue David Bowie, genio de la música británica cuya pasión rebasó los acordes, ya que también tenía una gran predilección por los autos y, en especial, por los clásicos.

Bowie tuvo entre sus predilectos un Riley negro de la década de los 50, y aunque es poco probable que el auto le haya fascinado por su comodidad o diseño (aunque es precioso). Lo más seguro es que su complejidad en cuanto a piezas y defectos mecánicos lo hayan cautivado, pues hoy sabemos gracias a los biógrafos que el creador de “Space Oddity”, no sólo fue un gran músico, sino que también era mecánico.

David Bowie fue una persona muy curiosa y su principal tesoro era un Riley Gamecock de carreras de los años 30, el cual mientras le realizaba una reparación le cayó en una pierna. “Y aunque la policía fue testigo del accidente, al percatarse de éste, no lo auxiliaron, pues difícil de creer que un chico de cabellos rizados y francamente exótico, se hubiera quedado atrapado en su propio auto”, comenta Angela Barnet, su primera esposa.

Otro de los grandes coleccionistas de autos fue Elvis Presley quien entre sus múltiples aficiones tuvo especial predilección por un Stutz Blackhawk. O mejor dicho tres. Este ejemplar era uno de los más cotizados de la época pues se trataba de un auto ostentoso a todo lujo, un auto de procedencia italiana montado sobre la base del Pontiac Grand Prix, al cual le precedieron dos más no menos hermosos.

Pero, sin duda, el más deseado por sus fans y por el propio Elvis fue su Cadillac rosa y blanco modelo 1954, mismo que terminó en un deshuesadero. A él también le siguieron una larga lista de Cadillac -los favoritos del cantante-, como un Cadillac Fleetwood, un Cadillac Eldorado, además de un Cadillac Fleetood Limousina.

Pero de todos estos, tal vez el más excéntrico y llamativo es el Porsche de la reina del Rock Janis Joplin. El auto, además de representar una obra maestra de la época hippie, tiene tras de sí varias buenas historias. Aunque la versión de este Porsche es de 1964 la cantante lo adquirió en 1968.

Este auto originalmente era de color blanco perla, pero la cantante decidió cámbialo por algo más original, así es que le pidió a su amigo Dave Richards le echara una mano, el resultado fue “La historia del universo” como se le bautizó al auto, un mural del universo mezclado de elementos como medusas, mariposas de colores e incluso el rostro de la estrella y algunos miembros de su banda. Cuenta la leyenda que la cantante se transportaba en él a todas partes y que fue tal la popularidad del coche, que no podía pasar inadvertida, Joplin siempre encontraba al estacionarlo algún fan deseoso de una firma.

Pero no todo fue miel sobre hojuelas, este mismo auto fue la señal que encontró John Coke, en el estacionamiento del hotel Land Mark Motor en Hollywood el 4 de octubre de 1970, día que murió la cantante por una sobredosis de drogas.

Este famoso auto fue subastado en 2015 por la nada despreciable cantidad de 1.76 millones de dólares.

 

Texto por Raymundo Espinosa.

Fotos: MTOnline y Fonte dell’amicizia.

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