Desde su creación hasta que se aplica en tu SEAT, cada color realiza un viaje de tres años. La tarea de pintar los autos SEAT la realizan 84 robots y un escáner es el encargado de confirmar que la aplicación de la pintura sea uniforme. La personalización es una de las tendencias del futuro para SEAT.
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Realizar las propuestas de las paletas de colores y analizar las tendencias del mercado es un trabajo hecho por un equipo especializado. “Además de seguir las modas, la definición de un nuevo tono es también algo muy intuitivo. Se tiene que sentir el palpitar de la calle y plasmarlo”, asegura Font. Para crear una nueva gama cromática en total, se destinan 1,000 litros de pintura.
En el laboratorio se realizan las mezclas que convierten el trabajo de creación de un nuevo color en un ejercicio puramente químico. En el caso de la gama cromática del SEAT Arona: “Con la mezcla de 50 pigmentos diferentes y partículas metálicas se han acabado creando casi 100 variaciones de un mismo color para ver qué matiz encaja mejor”, comenta Carol Gómez del departamento de Color&Trim. “Los colores son cada vez más sofisticados y la personalización se impone como una clara tendencia”, comenta Font.
Una vez definido el color se deben realizar una serie de pruebas sobre chapa para verificar su aplicación y los efectos visuales que produce el color. “Se comprueban los matices y la profundidad del tono en piezas expuestas a la luz solar y a la sombra para asegurar que el color aplicado corresponde con el que se había diseñado”, añade Jesús Guzmán del departamento de Color&Trim.
Cada auto SEAT se pinta a una temperatura de entre 21 y 25 grados. Se utilizan dos kilos y medio de esmalte, en un proceso automatizado, donde se destinan 84 robots y seis horas por vehículo. Las cabinas de pintura tienen un sistema de ventilación similar al de los quirófanos para evitar que entre polvo del exterior e impedir que se integren impurezas sobre el color del coche recién pintado. Siete capas en total, finas como un cabello pero resistentes como una roca, que se secan en un horno a 140 grados.
Una vez pintado, solo bastan 43 segundos para comprobar que no exista ninguna anomalía en la aplicación. Un escáner de última generación revisa la uniformidad y que no haya impurezas. Tras tres años de trabajo, el color escogido está listo para rodar por la calle.