Un nómada a caballo cruza una estepa que parece no tener fin en uno de los países menos poblados del planeta.
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Se trata de Mongolia, la tierra hasta la que ha viajado el SEAT Ateca. Los coches han realizado este viaje de 20,000 kilómetros para acompañar a un grupo de ciclistas, todos ellos trabajadores de SEAT. Este es el diario de de la aventura por el antiguo imperio mongol.
“Nervios, visados, diez fronteras por cruzar… pero ante todo mucha ilusión”. Así define Teo García, ingeniero de SEAT desde hace 45 años, las primeras emociones antes de emprender el viaje desde España hacia Mongolia. Los SEAT Ateca tuvieron que superar más de ocho mil kilómetros sólo para llegar a la ciudad de Ölgiy, al oeste de Mongolia, punto de partida del itinerario.
Seis conductores, seis ciclistas, un médico, un mecánico y tres Ateca inician su camino por el Parque Nacional de Altai Tavan Bogd. “Nos esperaba una ruta circular muy exigente en la que teníamos que cruzar inmensas llanuras y donde los lagos y las montañas nevadas serían nuestros compañeros de viaje”, rememora el ingeniero.
En su diario de viaje, el grupo de trabajadores de la empresa de Martorell detallan los desafíos que superaron durante el recorrido. “Remontamos una zona de casi 3,000 m de altitud denominada ‘los 100 lagos’ y allí seguimos pedaleando y circulando por senderos totalmente irregulares”. Los SEAT Ateca “superaron fuertes pendientes cómodamente gracias a sus capacidades todoterreno”, destaca Teo García.
Tanto la geografía como la meteorología cambiante de Mongolia han puesto a prueba a los Ateca, que han tenido que circular tanto en pistas áridas y pedregosas como en caminos repletos de barro. “En una de las etapas, durante una tormenta impresionante, tuvimos que improvisar una ruta campo traviesa. Para circular por estos caminos pantanosos, activamos el modo ‘Nieve’, que garantiza una conducción con marchas más largas”. Los SUV no han descansado ni de día ni de noche “porque también nos alumbraban con los leds frontales durante las acampadas”, relata Teo García.
El sistema de tracción 4Drive y los diferentes modos de conducción han sido claves para poder completar el trayecto. “Allí por donde pasaba la bicicleta, pasaba también el coche. El Ateca ha tenido un auténtico comportamiento de un todoterreno”.
Este es el segundo reto al que se enfrenta este grupo. El año pasado viajaron a Siberia para circular sobre el hielo del lago Baikal, cuyos 1,642 m de profundidad lo convierten en el más profundo del planeta.